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Lucha libre y ritmo sonidero se apoderan del Festival Cultural TransformARTE

Este fin de semana se llevó a cabo la sexta edición del Festival Cultural TransformARTE en donde se dieron cita los mexiquenses para disfrutar de una muestra cultural importante dentro del país, donde la lucha libre y el ritmo sonidero se apoderaron de este evento organizado por la Secretaría de Cultura y Turismo.




Así, entre gritos, porras y aplausos, el público disfrutó de una tarde llena de deporte, donde luchadores se disputaron varios combates, dejando ver algunas acrobacias, piruetas y sus tan características máscaras.

Entre función y función, se ofrecieron los talleres infantiles: «Crea tu luchador de papel» y «Diseña tu máscara de luchador», mientras se desarrollaban, les explicaban a los más pequeños del hogar acerca de este deporte.




Por otra parte, la cumbia sonidera fue la encargada de ponerle ritmo y sabor a esta edición de TransformARTE, donde el Sonido Confirmación por parte de Fernando Silva, se presentó con «Cumbia recia para la resistencia», un performance lleno de emoción y sabor, que puso a bailar a los asistentes.

El último fin de semana de cada mes se lleva a cabo el Festival Cultural TransformARTE, con diversas temáticas para acercar la cultura a todo el público, por lo que se recomienda seguir las redes sociales de la Secretaría de Cultura y Turismo para saber de su prrgramación.



Compañía de Danza del Estado de México da vida a personajes de los cuentos de Hoffmann




Como parte de su Temporada de Primavera, y rumbo a la Conmemoración del Día Internacional de la Danza 2024, la Compañía de Danza del Estado de México (CDEM), se presentó en el Teatro Morelos, en Toluca.

El cuerpo de bailarines ejecutó un programa especialmente preparado para esta ocasión, en el que destacaron las coreografías basadas en los cuentos de ETA Hoffmann mismos que han dado un salto mágico de los libros a la escena.




Con la intención de llegar a más públicos, la agrupación más importante de su género en la entidad se presentará el sábado 4 de mayo en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario (CCMB), en Texcoco, a las 17:00 horas. La entrada es gratuita.

Ofrece Orquesta Sinfónica del Estado de México el mejor repertorio musical a los mexiquenses





La Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM), continúa su labor de ser una embajadora cultural en los municipios del territorio mexiquense, acercando su oferta musical de manera gratuita.

Como parte del programa 8 de su temporada 150, tuvo dos presentaciones; una en la Sala de Conciertos «Felipe Villanueva», en Toluca, y otro en la Escuela Primaria «Coronel Filiberto Gómez», en el Pueblo con Encanto de Jocotitlán.

En ambos conciertos, Iván del Prado, Dir. de origen cubano, subió al podio de la Orquesta en su debut como Director Huésped.




Tras una ovación de las familias que se dieron cita en Toluca y Jocotitlán, la OSEM agradeció al público que semana a semana, la acompaña en su temporada de conciertos.

Para el Programa 9, la OSEM se presentará el viernes 19 de abril a las 20:00 horas en la sala de conciertos «Felipe Villanueva», en Toluca y el domingo 21, a las 13:00h en el Templo San Francisco, en Tepotzotlán.



Recuerdan niñas y niños de Coatlinchán los 60 años de la extracción del Tláloc

«Ese día cayó una tormenta», nos dice el pequeño Andrés, quien, junto a otros 59 niños y niñas, arman, cada uno, su Tláloc de cartón.

Para ellos no es ajena la historia y la leyenda de la gran piedra, sobre la que todavía ronda la controversia y la polémica. Los niños y niñas participan en el taller de cartonería como una manera de transmitir y preservar en la memoria de su generación su propia identidad. Su historia.




Era el 16 de abril de 1964. La Gran Piedra de los Tecomates, como la conocían muchos habitantes de San Miguel Coatlinchán, fue cargada con muchos trabajos y maniobras de grandes maquinarias a una gran plataforma tirada por dos tracto camiones.

Mucha gente de la localidad se opuso, pero como se había tenido un acuerdo previo, la gran piedra esculpida viajó hasta la Ciudad de México. Y, en efecto como comenta Andrés, esta tarde, contra todo pronóstico, cayó una gran tormenta sobre la ciudad, hecho que alimentó irremediablemente la leyenda.

Se cumplen 60 años de ese suceso, pero la información y la leyenda no se ha perdido con el paso del tiempo. Los pobladores de Coatlinchán, en el municipio de Texcoco, mantienen la memoria y la transmiten a las nuevas generaciones.




Hace poco años se instaló una réplica de las mismas dimensiones de escultura original en la plaza principal de la comunidad. Los ciudadanos se sienten orgullosos de su legado histórico.

Camila, de 9 años y Roxana, de 8 años, también platican algunos pormenores de la historia y de lo que significa el Tláloc para ellas, mientras trasiegan con cartón corrugado, pegamento, servilletas de papel y pintado con los dedos para alcanzar cierta textura en las mini réplicas. Las autoridades auxiliares junto con promotores culturales del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario (CCMB), que se encuentra a la entrada de la comunidad de Coatlinchán, promovieron dicho taller para conmemorar de alguna manera los 60 años de la extracción del gran monolito.

Las figuras confeccionadas por los chicos se exhibirán en una exposición el 28 de abril, precisamente en uno de los espacios del CCMB. De esa manera, los pequeños nos volverán a recordar la historia para que el tiempo no la cubra con la telaraña del olvido.

No mucha gente sabe la historia de esa gran piedra que se asoma como un guardián del Museo Nacional de Antropología. Una enorme cantidad de personas la mirará al pasar por el paseo de la Reforma, pero ignora que en otras épocas, los pobladores de la comunidad enclavada en el cerro lo escondieron para evitar que los españoles la robaran. Así permaneció por varios siglos, oculto, sepultada en la tierra de forma horizontal en el lecho de un arroyo hasta que un día asomó su cabeza.




Por siglos reposó en las laderas de la sierra, y era muy querida por los pobladores de la comunidad que la visitaban, le rendían culto y hasta hacían fiestas y bailes a su alrededor. Por cierto, un tecomate es una pequeña jícara utilizada para beber agua, y los huecos que el monolito tiene en su rostro, son semejantes a esos recipientes, entonces, en época de lluvias estos huecos en la escultura se llenaban de agua y los habitantes de San Miguel Coatlinchán la bebían. Afirmaba que tenía ciertas propiedades mágicas y curativas. También la llamaban «La Señora de las Aguas» y en esas cavidades le colocaban maíz para favorecer sus cultivos.

No obstante, a pesar del apego que le tenían los pobladores, el monolito, que tenía un indudable calor, se deterioraba y los expertos necesitaban salvarlo.

Todavía existe cierta discusión, entre los arqueólogos y mesoamericanistas; algunos dicen que no se trata del dios de la lluvia y las tormentas, sino que al llevar penacho, se trata de una deidad femenina; la dios Chalchiuhtlicue, que rige sobre la fertilidad, los manantiales, arroyos y lagos.




Como sea, la historia que rodea a Tláloc es una de las cosas que nos hacen sentirnos parte de algo, de una historia de una comunidad, comoe stos chicos que próximamente verán exhibidos sus réplicas del «dios de la lluvia», en el CCMB.